La Ebanistería
En nuestra vida diaria nos vemos constantemente rodeados por estructuras y
objetos de madera. Las casas en las que vivimos y los lugares en los que
trabajamos están hechos, total o parcialmente, de madera; normalmente comemos,
dormimos y trabajamos con muebles y utensilios de madera, nuestros hijos crecen
con juguetes de madera, e incluso al llegar a la edad adulta son objetos de
madera los que satisfacen nuestras necesidades de ocio ya sea en forma de
equipos deportivos o tableros y fichas para los mas diversos juegos.
En
resumidas cuentas, la madera es algo tan habitual que solemos creer que se
trata de un regalo. Y cuando uno ha tomado coincidencia de su especial belleza
al trabajar con un serrucho, cepillo o formón, se da cuenta de que la madera es
cualquier cosa menos algo vulgar. La madera es al tiempo agradable y cálida al
tacto y su riqueza de colores y texturas representa todo un deleite para la
vista, cualidades estas que perduran más que en otro materiales. De hecho, la
naturaleza de la madera es tal que confiere a cada pieza un carácter
absolutamente único, algo que no se puede decir ni tan siquiera de los metales
preciosos.
Al igual que muchos otros ebanistas de todo el mundo, somos
plenamente conscientes de determinadas maderas son estos momentos un recurso
cada vez mas escasos. Se han de adoptar medidas responsables para conservar lo
que todavía queda de las selvas tropicales del mundo, así como para hacer
repoblaciones de árboles nativos de maderas duras que son cada vez más
infrecuentes. Es absolutamente fundamental avanzar en la protección y en las
repoblaciones de recursos de esta preciada materia prima si deseamos que las
futuras generaciones de carpinteros y ebanistas hereden el mismo privilegio de
que disfrutamos hoy nosotros.
La Restauración
El oficio de restaurador de madera surge en el momento en que la sociedad toma coincidencia de que es preferible un mueble antiguo de calidad, que en muchas ocasiones es una pieza única, a un mueble nuevo de una fabricación en serie. Situar en una época los orígenes del oficio de restaurador de muebles, como tal, es complejo. Desde siempre los ebanistas han reparado los muebles que se han ido rompiendo por el uso o estropeando por el paso del tiempo.
Cuando
irrumpe en la sociedad la posibilidad de adquirir muebles baratos, gracias al
mecanizado de los mismos y a la creación de fábricas especializadas en unos
modelos estandarizados, nace la cultura del usar y tirar, donde lo practico es
renovar, frente a la tradicional cultura de conservar y restaurar. Este hecho
provoca la desaparición de muchos ebanistas y de otros muchos oficios
tradicionales del sector, cuyos profesionales abandonan los talleres, en muchos
casos familiares, para incorporarse a las fábricas; y es así como la figura del
restaurador de muebles queda regalada al trabajo para unos coleccionistas de
piezas muy concretas.
Un buen restaurador es una persona que domina la mayoría
de los oficios vinculados al manipulado y a la transformación de la madera; ha
de ser un experto carpintero, conocer a la perfección el trabajo del ebanista,
tener nociones de tornería marquetería, talla y por supuesto, dominar las
técnicas propias de la restauración de muebles.
El papel más importante que desempeña el restaurador es el de conservador,
esto es impedir que los efectos del paso del tiempo y un uso continuado del
mueble lo deterioren de forma irremediable. Si esta acción preventiva ya no es
posible, se ha de plantear una nueva habilitación del mueble pensada para que
este recupere las prestaciones para las que fue diseñado. La valiosa
importancia de los restauradores de madera, la labor que realizan con su
sensibilidad, conocimientos, respecto y anonimato, consiguen que su obra sea
inapreciable sobre la de otros maestros artesanos y así podemos seguir
disfrutando de bellísimas obras de arte.